viernes, 16 de enero de 2015

UN POCO DE COTIDIANEIDAD



Buenas a todos!!!!!!!!

En esta nueva entrada del blog voy a cambiar radicalmente de tema voy a pasar de la Ilustración tema algo complicado y farragoso a uno mucho más divertido y ameno como es la vida cotidiana en los siglos XVI-XVIII, pero me voy a centrar sobre todo en la vida cotidiana de la mujer y en algunos de sus aspectos concretos, porque creo que es interesante saber como vivían nuestras mujeres allá por esos siglos. Aunque también haré mención a aspectos generales como la vivienda, la familia, etc.

Así que sin más preámbulos pongámonos manos a la obra.


INTRODUCCIÓN

La  célula familiar que se convierte en el único ámbito en el que se deposita la afectividad y se salvaguarda la intimidad. La familia se identifica con un espacio propio y bien definido que es la vivienda doméstica. 

Familia Campesina Louis Le Nain

La vivienda consiste en una casa que alberga a la nueva pareja cuando ésta se casa, y luego a los hijos que nacen del matrimonio, incluso en aquellos lugares donde existe la cohabitación de varios matrimonios de una misma familia sigue siendo habitual que cada uno de ellos posea en la vivienda común un espacio reservado, apto para esconder su intimidad.
Vivienda de Vermeer

Lo que crea lo privado es sobre todo la elección de relaciones en las que se puede llevar una existencia que no es la de las tareas ordinarias. Tales relaciones, femeninas o cultas, amistosas o juveniles, secretas o manifiestas, tienen en común el hecho de que permiten una intimidad que en la vida familiar parece prohibida.


LO PÚBLICO Y LO PARTICULAR

En los siglos XVII y XVIII no existe realmente una clara diferencia entre lo público y lo privado, ya que la vida de la gente es totalmente pública(reyes, nobles, etc.) o totalmente privada(pueblo). Como diría Santa Teresa “nada es particular en la vida de los grandes”. 

Rincón de la ciudad, Jacobus Vrel

La familia amaestrada: es un ámbito de dominación, de división autoritaria de las tareas. La estricta disciplina del jefe de familia garantiza la cohesión indispensable para salvaguardar el patrimonio y el honor familiar.  El intervalo entre la casa y el colegio proporciona posibilidades que no se deben despreciar, como son las aventuras pueriles, aunque estas no sean honradas. 

Una especie de doble vida, por un lado la del buen niño piadoso y otra oculta que se desenvuelve en un mundo que les pertenece, el de las pillerías, los juegos, los esparcimientos y la buena comida(para los que pudieran permitírselo). En esta doble vida también sustraen tiempo para dedicarlo también a sus aficiones como pueden ser la lectura, los animales y como no la glotonería y los juegos de cartas, pero esto a su vez requiere dinero(libre disposición del mismo) y a partir de este momento es cuando se inicia realmente la vida privada. 

Y la forma de obtener este dinero es a través de pequeños hurtos o directamente de robos como puede ser cogiendo trigo de la familia y revenderlo, cogerlo de la fortuna familiar. Pero todo esto se hace siempre sin desprenderse de los lazos familiares y sin abandonar a esta. Estos pequeños hurtos y robos normalmente se hace con la complicidad de los sirvientes, en el caso de gentes más acomodadas, o dentro del lugar de trabajo con el apoyo y ayuda de los compañeros de trabajo, pero siempre con ayuda de alguien.

La vida privada en femenino: por regla general la mujer queda excluida de los cometidos públicos y de las responsabilidades exteriores(políticas, administrativas, territoriales, etc.). Su actividad es preferentemente doméstica; su marco, la casa, y su vocación, encarnar al unísono la imagen de esposa y madre que la Iglesia y la sociedad civil han arraigado. 

Por tanto le corresponde la dedicación constante a los que comparten olla y techo con ella, alimentarles, educarles, atenderles en la enfermedad y asistirles en la muerte. Éste es el oficio de las mujeres al cual se consagran gratuitamente. Se le incita a un servicio constante, pues en definitiva esa era su labor, que por cierto no era agradecida ni reconocida por el resto. 

Como esposa que es, lleva la dirección de la casa, mientras que el padre capitanea el taller, en donde se mezclan oficiales y clientes. En cuanto a las capitulaciones matrimoniales, proporcionan a la esposa la garantía de su dote, la libertad de disponer de sus bienes particulares, y además, la posibilidad de tener una estrategia personal, aunque, por lo general, adecuada a la política familiar. 

Patio de casa en Delft, Pieter de Hooch

La gestión cotidiana: en el interior de la vivienda se aprecia toda una circulación de dinero subterráneo destinado a víveres, ropas y favores que suelen realizarse sin que los maridos se enteren. Esta circulación de dinero refleja iniciativas particulares, pequeñas eso sí, pero iniciativas al fin y al cabo. 

De esto se desprende que las mujeres vivan en un mundo propio, abierto al exterior, tanto en una casa rica como en una humilde granja, una puerta abierta o cerrada es a la vez símbolo y realidad. Normalmente debido a la exigüidad del espacio ya que la mayoría de las mujeres eran humildes, y debido a la ausencia de comodidades obligaba a las mujeres a salir del hogar para ir a por agua, fuego, comida y luz.

Lavanderas, Goya

Sin contar con la visita a ciertos lugares de reunión colectiva, ya que no salían nunca solas sino en grupos de tres o cuatro vecinas como eran el horno, la fuente, el lavadero o el molino donde se quedaban hablando durante horas(hay cosas que no cambian). 

El armario ropero, Pieter de Hooch

Por lo que el umbral de la puerta, la calle y hasta la plaza eran terreno femenino. Quedando como espacios de la vivienda el jardín, el patio y la escalera.

Les Cascatelles de Tivoli, Jean-Honoré Fragonard

La libertad de la fiesta: es sabido que las muchachas están excluidas de las instituciones y algaradas de la juventud( sobre todo de las cencerradas), pero es costumbre dejarles cierta libertad para que propicien con ciertos coqueteos la oportunidad de casarse, eso sí con el mínimo riesgo y con la precaución de que no estén nunca solas. 

Las muchachas se pasean por las plazas los domingos con sus amigas, católicas y protestantes juntas; de igual modo en verano van a bailar bajo un olmo viejo. Es indiscutible que en las fiestas y en los ritos colectivos sobre todo participa la juventud, y las muchachas pueden beneficiarse de ello, como hemos dicho anteriormente a través del coqueteo

El entierro de la sardina, Goya

Pero el matrimonio supone un corte decisivo. Ahora será la religión la que facilite y propicie las salidas y encuentros con conocidos, bajo la vigilancia y aprobación de la familia y la comunidad. Mediante la asistencia a oficios, a misiones que predican los religiosos y a las peregrinaciones periódicas. Estas ocasiones regulan la vida con la ventaja de que legitiman escapadas no tan religiosas y que tanto ansían las mujeres.

Fiesta campestre, Antoine Watteau


Una búsqueda nuevala intimidadel convento ofrece a las muchachas, lo mismo que el colegio a los muchachos, la posibilidad de vivir y de ponerse a prueba fuera del ámbito familiar, forzosamente poco renovado. Las mujeres en general compartían un gusto común por la lectura y encontraban suficiente libertad en los intersticios de la vida doméstica para prestarse libros y encontrarse por la tarde para hablar de ellos.

Del cuchicheo a la propagación del rumor: además de amas de casa, obligadas a mantener los secretos de las familias, crean la opinión pública y los rumores. Su fama las precede, no saben más que hablar; y, por supuesto, de los asuntos privados, que conocen mejor que nadie gracias a las conversaciones en el umbral de la puerta o en el lavadero, y también gracias a una curiosidad que se declara sin rubor en los medios populares. 

Fulana se ha visto obligada a mirar a un viandante, a escuchar una conversación o a acechar a un vecino, indicios recogidos aquí y allá prestos a alimentar conversaciones. Rumores y chismorreos a la orden del día en una sociedad donde el anonimato apenas existía.

A través del cuchicheo y del rumor desempeñan un papel muy importante en el ejercicio del control social, y con frecuencia en detrimento suyo, ya que son el blanco preferido de ese control; actuando así ejercen su prerrogativa de guardianas del hogar y de la moral familiar.  Ya que pueden alborotar a la sociedad revelándole el escándalo privado y, además, romper la ley del silencio, obligada si el asunto surge en el ámbito doméstico; basta entonces con que hagan una declaración para introducir a la justicia en el cambiante mundo que ellas rigen.

Y con esto pongo fin a esta nueva entrada del blog que espero que os haya gustado y os haya proporcionado alguna luz sobre como eran nuestras mujeres y sus principales tareas en los siglos XVI-XVIII.

Un abrazo a tod@s!!!!



No hay comentarios:

Publicar un comentario